Hace mucho tiempo existió en la Ciudad de Cariamanga un hombre adinerado (millonario), el cual era un hombre demasiado orgullo, déspota y nada caritativo al cual las personas de la ciudad no le apreciaban mucho y se sentían sometidas a él.

Terminada ya su vida, y dado a que en aquella época no existían funerarias estaban las personas en la velación del cadáver; durante el transcurso del día todo sucedió de forma normal pero llegada la noche exactamente las 12 empezó a correr una brisa muy fría y el ambiente se torno muy pesado los perros comenzaron a aullar las gallinas se asustaban, y la mula que pertenecía al finado comenzó a relinchar y a asustarse. Los acompañantes comenzaron a sentir miedo por lo que empezaron a rezar el Rosario, luego un viento muy fuerte apago todas la velas quedando en completa oscuridad, cuando lograron encender algo de luz se dieron cuenta de que el ataúd donde se encontraba el cadáver estaba abierto y sin el cuerpo del difunto, por lo que todos se asustaron. Ocurrido esto luego de un momento se dieron cuenta de que la mula tampoco estaba.

Para no enterrar el ataúd vacío los familiares colocaron unos troncos de plátano, mientras que el pueblo comentaba el hecho y decían que el este hombre fue llevado por el diablo en cuerpo y alma.